Un fractal es una estructura geométrica o conceptual que se caracteriza por presentar un patrón que se repite en diferentes escalas. Esto significa que, sin importar cuánto se acerque o aleje la observación, la figura mantiene formas similares y proporciones que conservan su complejidad. Los fractales permiten comprender sistemas naturales que no tienen formas regulares, como montañas, nubes, o ramificaciones biológicas.
Autor: Óscar Johansen (basado en Mandelbrot).
Fuente: Johansen, Teoría General de Sistemas, Cap. 7, págs. 129–145.
Autosimilaridad:
La autosimilaridad es la propiedad de un fractal donde cada parte del sistema conserva la misma forma o estructura que el conjunto completo. Este principio explica por qué los fractales pueden crecer o reducirse manteniendo su organización interna. La autosimilaridad permite analizar sistemas complejos a partir del estudio de sus pequeñas partes.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 7, págs. 129–145.
Recursividad estructural:
La recursividad estructural es un proceso donde una regla, acción o patrón se repite de forma continua para generar estructuras cada vez más complejas. Cada nuevo paso contiene y replica el anterior, creando un crecimiento ordenado pero acumulativo. Es esencial para comprender fenómenos como el desarrollo orgánico, los patrones matemáticos y la formación de fractales.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 7, págs. 129–145.
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Propiedades de los sistemas
Propósito del sistema:
El propósito del sistema es la razón por la cual existe y funciona. Este propósito define su dirección, sus límites, sus objetivos y el tipo de relaciones que mantiene con sus componentes y con el entorno. Todo sistema, ya sea natural o creado por el ser humano, actúa guiado por una función principal que determina sus comportamientos y procesos internos.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 3, págs. 53–70.
Interdependencia:
La interdependencia es la relación estrecha y necesaria entre los elementos de un sistema, donde cada parte depende de otra para que el sistema pueda funcionar adecuadamente. Esto implica que ningún elemento puede operar de manera completamente aislada, ya que sus acciones y cambios afectan al resto del sistema y al comportamiento total.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 3, págs. 53–70.
Frontera del sistema:
La frontera del sistema es el límite que separa el sistema de su entorno, determinando qué elementos forman parte de él y cuáles no. Esta frontera no siempre es física; puede ser lógica, conceptual o funcional. Su función es regular el intercambio de energía, materia e información entre el sistema y el exterior.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 3, págs. 53–70.
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Causa y efecto
Causalidad lineal:
La causalidad lineal es un modelo de explicación donde un evento específico produce directamente un resultado concreto. La relación es simple y directa: una causa genera un efecto. Aunque es útil para fenómenos sencillos, este tipo de causalidad es insuficiente para analizar sistemas complejos, donde intervienen múltiples factores y relaciones circulares.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 4, págs. 71–88.
Causalidad múltiple:
La causalidad múltiple se refiere a situaciones donde un efecto es producido por la interacción simultánea de varias causas. En los sistemas reales, raramente existe una sola causa, sino que diferentes factores actúan juntos, se influyen entre sí y generan resultados que no pueden explicarse por un único elemento.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 4, págs. 71–88.
Causa recursiva:
La causa recursiva describe un proceso donde un efecto influye nuevamente sobre su causa, creando ciclos repetitivos y dinámicos. Este tipo de causalidad es típica de sistemas con retroalimentación, donde las acciones del sistema modifican sus condiciones futuras y generan comportamientos cíclicos.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 4, págs. 71–88.
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Entropía y vida
Negentropía (Entropía negativa):
La negentropía es el proceso mediante el cual un sistema reduce su nivel de desorden al recibir energía, materia o información del entorno. A diferencia de la entropía que conduce al deterioro, la negentropía permite que los sistemas vivos se mantengan organizados, crezcan y se regeneren.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 5, págs. 89–106.
Autoorganización:
La autoorganización es la capacidad que tienen los sistemas vivos para generar orden interno sin la intervención de un agente externo. A través de intercambios con el entorno, el sistema reorganiza sus componentes, regula sus procesos y mantiene su estabilidad. Es una característica fundamental de la vida.
Autor: Óscar Johansen.
Fuente: Johansen, Cap. 5, págs. 89–106.
Metabolismo sistémico:
El metabolismo sistémico es el conjunto de procesos mediante los cuales un sistema vivo intercambia energía, materia e información con su entorno para sostener sus funciones. Incluye actividades como la absorción de recursos, su transformación interna y la eliminación de desechos. Este proceso es esencial para mantener la vida y el orden interno.